Después de la muerte del escritor francés Julio Verne, el 24 de marzo de 1905, aparecieron sus primeras biografías, realizadas inicialmente por familiares y amigos, quienes influenciados por los lazos de familia y de amistad para con su biografiado, inventaron algunas historias con la finalidad de realzar su personalidad. Éstas fueron repetidas por otros estudiosos que posteriormente realizaron biografías sobre Verne. Muchos años más tarde, investigadores de la vida del visionario autor como Charles-Noël Martin, Piero Gondolo della Riva, entre otros, demostraron la falsedad de varias de las invenciones de sus primeros biógrafos, las cuales con el paso del tiempo se fueron convirtiendo en mitos.
La creación de muchas de las leyendas sobre Julio Verne, se debe también en gran parte, a la ausencia de documentos que nos permitan conocer con mayor exactitud al creador de los Viajes Extraordinarios. Los mitos y leyendas que rodean cada cierto tiempo al escritor, se originan asímismo por el reconocido hermetismo del autor, pues Julio Verne no solía dar entrevistas con frecuencia, y cuando accedía a ser entrevistado, se mostraba casi siempre esquivo en divulgar sus métodos de trabajo, y sobre todo, en revelar los detalles de su vida personal; como es el caso de la respuesta que le hace en una carta al corresponsal italiano Mario Turiello: La historia de mi vida no tiene nada interesante, ni tampoco el relato de mis viajes. Un escritor interesa a su país y al mundo entero sólo como escritor.
Otro factor influyente, que ha permitido la proliferación de muchas de estas leyendas, es el desconocimiento de su compleja y extensa obra, pues muchos dicen que a Julio Verne se le conoce por sus trabajos, y que en ellos, el autor se daba a conocer de forma subterránea. A pesar del esfuerzo por develar los mitos del novelista francés, quedan aún muchos otros por resolver, incluso para los conocedores e investigadores de su vida y obra.
En este artículo abordaremos los mitos que han sido expuestos por casi un siglo, siendo la única intención el mostrar los avances hechos por los especialistas, más no el discutir una u otra teoría. Se clasifican en «populares» y «menores», a fin de resaltar su importancia.
Mitos populares
La fuga de un niño aventurero
Este es el mito más antiguo referido al escritor francés, y que se resiste todavía a ser desterrado de muchas de las biografías actuales. Apareció por primera vez en 1928, en la biografía titulada Jules Verne, sa vie, son œuvre, escrita por su sobrina Marguerite Allote de la Fuÿe. En ella, su autora cuenta que el pequeño Julio, con once años de edad, se enroló como grumete en un barco de tres mástiles llamado La Coralie, de tal forma que pudiera ir a las Indias y traerle un collar de coral a su prima Caroline de quien estaba enamorado. Sin embargo, Pierre Verne, su padre, viéndose burlado, optó por cortarle sus sueños y deseos de viajar. De este modo, Pierre logró interceptar al niño aventurero en una de las escalas del barco, para luego castigarlo duramente haciéndole prometer delante de su madre que: A partir de este momento, sólo viajaré en mi imaginación.
La fuga en La Coralie, fue desmentida gracias al aporte valioso del investigador Charles-Noël Martin, quien a mediados de los años sesenta descubrió que la biografía escrita por Marguerite Allote de la Fuÿe contenía muchos mitos, incluyendo el escape en La Coralie. Aunque es una historia conmovedora y divertida a la vez, todos los detalles que nos brinda Marguerite son imposibles de comprobar. Peor aún, pues ella misma nos da dos versiones contradictorias de la historia. A pesar de esto, puede que haya algo de verdad en esta leyenda, ya que el investigador Volker Dehs cita una fuente de 1909, donde Paul Eudel dice que a la edad de 11 años, el joven Julio se subió a un pequeño bote y trató de alcanzar el Octavie, que se dirigía a las Indias.
¿El autor de la juventud?
Verne siempre lamentó no formar parte de la Academia francesa, el non plus ultra del mundo literario, y en gran medida ello se debió a las limitaciones de escribir para un público juvenil, por lo que este tema se ha convertido también en uno de sus mitos más resaltantes. Recordemos que sus obras eran de carácter educativo y que se publicaban en folletos o por entregas, estando orientado principalmente a las familias burguesas; estas circunstancias le impusieron ciertas limitaciones. El mismo autor declaró en una de sus cartas: Debo emplear todos los medios que me depare mi imaginación en el dominio bastante restringido en el que estoy condenado a moverme. ¿Es que no estoy en lo cierto?
Si se hace una lectura más acabada y acuciosa de su obra, puede descubrirse que existe en ella una segunda capa de lectura, aunque no en todas, al menos en las más importantes o inspiradas de sus novelas. Pero Verne supo respetar los límites a los que estaba sometido por su editor Hetzel, conduciendo con maestría la intriga de sus relatos, y exponiendo con habilidad y sencillez las más complicadas teorías científicas o procedimientos técnicos, sin que ello signifique romper la acción, el humor y la ironía. Esto queda de manifiesto en otra de sus cartas, donde el escritor describe la labor que desarrolla: El lector, no pide sólo que se le instruya, sino también que se le divierta, y cuando se quiere instruir hay que hacerlo sin que se note, de modo que si la instrucción no se desliza en la acción, se falla el objetivo.
¿Un viajero sedentario?
El mito que describe a Julio Verne como un escritor que narraba sus historias sin salir de su país, y que lo hacía basado únicamente en su vasta documentación, está muy lejos de la realidad. La fidelidad con que el novelista francés describe muchos países que no conoció personalmente, han transformado en mito también su probable presencia en dichos lugares. Es verdad que estas descripciones tan reales, fueron tomadas en la mayoría de casos, a partir de la documentación archivada por Julio Verne durante varios años de estudio, pues los ficheros del escritor obtenidos en las bibliotecas de Francia se cuentan por miles, así también sus recortes de diversos periódicos y revistas de la época como Le tour du monde.
En una entrevista concedida al periodista Robert H. Sherard en 1894, declaró: Mi estudio favorito siempre fue la Geografía, pero en la época que estuve en París fui completamente atrapado por los proyectos literarios. En efecto, Verne fue un apasionado de la Geografía, y un lector ferviente de su amigo Elisée Reclus, gran geógrafo de la época, a quien el autor mencionaba constantemente en sus obras. Pero su otra gran pasión fue el mar, a quien le dedicó muchos años de su vida. El autor galo llegó a ser propietario hasta de tres barcos, destacando entre ellas el Saint-Michel III, un fastuoso yate a vapor con el que realizó una serie de viajes y cruceros a través del Mediterráneo y el Mar del Norte, que le sirvieron de inspiración para muchas de sus novelas.
Años más tarde, en 1886, sus ímpetus de recorrer los mares se vieron afectados, a causa de un serio atentado que lo dejó semi-inválido, viéndose obligado a depender siempre de un bastón, sin forma de viajar confortablemente. Entre los países que el escritor francés conoció personalmente están Inglaterra, Escocia, Italia, Portugal, Noruega, Holanda, Bélgica, Alemania, Dinamarca, Argelia, Malta, España, así como algunas islas del mar Mediterráneo; también viajó al continente americano una sola vez en su vida, visitando Estados Unidos en compañía de su hermano Paul.
¿Creador de la Ciencia Ficción?
Por muy difícil que sea clasificar a Verne como un autor de lo que hoy llamamos Ciencia Ficción, hay quienes lo consideran uno de sus padres, junto con el escritor inglés Herbert George Wells. Sin embargo, en algunas de sus entrevistas Verne niega ser el padre de la Ciencia Ficción, incluso, no le agrada ser comparado con Wells, aunque lo considera como un escritor completamente imaginativo y merecedor de un gran aprecio. Al responder a Robert H. Sherard en un reportaje publicado en 1903 expresa: Me enviaron sus libros, y los he leído. Es algo muy curioso, y debo agregar que es muy al estilo inglés. Pero no veo posibilidad alguna de comparación entre su trabajo y el mío. No procedemos de la misma manera. Sus historias no reposan en bases científicas. No, no hay ninguna relación entre su trabajo y el mío. Yo hago uso de la Física, pero él inventa. Yo voy a la Luna en una bala, disparada por un cañón. No hay invención alguna. Él viaja a Marte en una aeronave de metal que anula la ley de gravitación. Eso está muy bien, pero, muéstreme ese metal.
En otro reportaje, realizado poco después, desarrollará también el mismo tema: En mis novelas siempre he basado mis invenciones fundamentadas en algún hecho real, y uso en sus construcciones métodos y materiales que no están completamente lejos del alcance del conocimiento y la habilidad de la ingeniería contemporánea. Si se acepta, como muchos dicen, que «Ciencia Ficción es la literatura de la imaginación disciplinada», es claro que se puede considerar a Verne como un cultivador del género, aunque él se niegue en admitirlo.
Los enigmas de un místico
Entre las leyendas aún no resueltas, es sin duda la más importante, aquella que sindica a Verne como un escritor enigmático envuelto de una personalidad mística, participante de algunas sociedades ocultistas del siglo XIX en Francia, entre las que destacan los Masones y los Rosacruces.
Partidarios de esta teoría, como los investigadores Michel Lamy o Charles-Noël Martín, sostienen que Julio Verne era amigo de otros reconocidos miembros de sociedades secretas, tales como su editor Hetzel y el escritor Alejandro Dumas, quienes pertenecían a la sociedad ocultista llamada La Niebla; así mismo otras amistades como el músico Aristide Hignard y el escritor Jean Macé eran también masones. Es necesario añadir, que la pasión del escritor por la criptografía, es decir, el arte de ocultar la información en código, (ya que muchas de sus obras serían transposiciones de ritos iniciáticos o contendrían secretos invisibles a la vista del profano), ha permitido que el rumor sobre su pertenencia a la masonería y a otras sociedades secretas de su tiempo, haya cobrado más fuerza al punto de convertirlo en uno de los mitos más resaltantes.
De otro lado, investigadores como Volker Dehs y Simone Vierne, sostienen luego de hacer muchos estudios e indagaciones con autoridades iniciáticas, que el escritor francés nunca participó de alguna de estas, por lo que el debate en torno a este mito sigue en pie entre los estudiosos de la vida y obra de Julio Verne, quienes hasta el día de hoy no han pronunciado su última palabra.
¿De origen judío?
El nacimiento del mito que hace de Julio Verne un judío polaco, sobrevivió hasta muchos años después de su muerte. La historia en mención cuenta que un judío polaco, refugiado en Francia, visitaba continuamente al novelista, con la intención de convencerlo de que eran parientes, ya que su apellido Olschewitz es un nombre derivado de Olscha, que en polaco tiene la misma significación que en francés el de Vergne, siendo este el nombre de un pequeño árbol que crece en Europa central. Y aunque varios periodistas publicaron esta historia, Verne nunca se preocupó por aclarar el asunto, tomándolo siempre como un simple anécdota, pues el escritor llegó a crear años más tarde, en forma irónica, un personaje judío polaco en su novela El castillo de los Cárpatos.
Mitos menores
Un retrato familiar
Es común ver en todas las biografías de Julio Verne, un retrato que lo presenta al lado de su hermano Paul, el cual sostiene un aro en la mano (Julio debería tener en esa imagen once años y su hermano diez). Ambos niños están elegantemente vestidos en dicho cuadro, que tiene como fondo, un parque de Chantenay. Esta pintura que data de 1839, fue hecha por Françisque de la Celle de Châteaubourg, tío de Julio.
Estudios recientes, han demostrado que los niños que aparecen en esta pintura son en realidad los primos de Julio Verne: Henri y Edmond, los hermanos de Caroline Tronçon, hija también de Lise, la hermana de su madre, quien murió en 1836 en un trágico accidente en el río Loira.
Abogado por obligación
Julio Verne estudió Leyes por imposición paterna, sin embargo muchos biógrafos afirman que dejó de estudiar por dedicarse a la Literatura. Lo cierto es que Verne logró obtener la licenciatura de Derecho en el año 1850, aunque nunca llegó a ejercer como abogado. El joven provinciano aprovecharía esta oportunidad de estudiar Leyes para alcanzar su libertad en París, llevando una vida bohemia al inicio, dedicada al mundo del teatro y la Literatura, lo que le produjo eternos pleitos y discusiones con su padre, pero su tenacidad lo convertirá años después en el novelista reconocido de viajes y aventuras que todos conocemos.
El vigilante del mar
Se ha difundido en muchos libros biográficos, que Julio Verne participó activamente como guardacostas en Le Crotoy durante la guerra Franco-Prusiana (entre Francia y Alemania). Lo cierto es que la Emperatriz regente Eugenia de Montijo, firmó en 1870 el decreto y la orden de movilización de Verne (tenía cuarenta y dos años) y de su embarcación en el mismo Le Crotoy, una ciudad de pescadores en la bahía del Somme, donde el escritor vivía en esa época, viéndose obligado a dejar a su familia en Amiens, ciudad natal de su esposa, a donde la había mandado durante la guerra como medio de precaución.
El Saint-Michel, llevaba como tripulación doce veteranos de la guerra de Crimea, tres fusiles y un pequeño cañón inofensivo. Es comprensible entonces que un pequeño yate como el Saint-Michel sería completamente inútil para la defensa de la costa francesa. El cañón se utilizó con el único objetivo de dar las señales de socorro en caso de necesidad. Julio Verne no fue entonces un guardacostas, pero sí un guardia nacional, como lo fueron todos los franceses que no tenían edad necesaria para desempeñar servicios militares en el ejército.
La entrevista con el Papa Leo XIII
Existe el mito de la visita del escritor al Papa Leo XIII durante su viaje a Italia en 1884. Aunque aparezca en casi todas las biografías del autor, recientemente se ha comprobado que esta leyenda es falsa. El investigador italiano Piero Gondolo della Riva, reconstruyó los viajes de Julio Verne en su país, demostrando que el escritor no tuvo el tiempo suficiente para charlar con el Papa Leo XIII. Además, el mismo Verne no hace ninguna mención de dicha entrevista en su diario de viaje. La historia fue inventada quizá por Marguerite Allote de la Fuÿe, con el fin de presentar a Verne como un buen católico piadoso.
La venta del Saint-Michel III
Es un hecho muy frecuente dentro de las biografías de Verne, encontrar que el escritor vendió su último yate, el Saint-Michel III, porque ya no podía viajar después del ataque que sufrió por parte de su sobrino Gastón. Esta versión actualmente ha sido desmentida, pues Verne vendió su yate a causa de problemas financieros. Aunque decidió venderlo en 1885, la venta se concretó recien en febrero de 1886. El ataque ocurrió el 9 de marzo de ese año.
Los problemas de índole económico que fueron aquejándolo por aquella época, fueron provocados por diversos factores, como por ejemplo, la disminución en las ventas de sus novelas, los derroches de su esposa Honorine en sus fiestas sociales, la generosidad del escritor por ayudar a mantener a la primera esposa de su hijo Michel, la cual abandonó, y el excesivo gasto que le producía mantener su yate con doce hombres de tripulación. Estos problemas financieros lo obligaron a vender su embarcación, el Saint-Michel III que quería tanto, por la mitad de su valor real al príncipe Nicholas de Montenegro.
La Legión de Honor
La Legión de Honor es la condecoración francesa más conocida e importante, establecida por Napoleón I. La orden se concede a hombres y mujeres, ya sean franceses o extranjeros, por méritos extraordinarios realizados dentro del ámbito civil o militar. Muchas biografías citan que Verne fue condecorado con la Legión de Honor en 1870.
En febrero de 1870, Ferdinand de Lesseps, en la cúspide de la gloria por la reciente inauguración del canal de Suez, llevado de su entusiasmo por la obra de Julio Verne, había pedido para éste, la condecoración de la «Legión de Honor». Debido a su influencia ante las majestades, el ministro solícitamente se la concede. Pero antes que el Emperador firme el decreto, estalla en julio súbitamente, la guerra Franco-Prusiana, lo cual no permite que la condecoración se haga efectiva. El autor es finalmente condecorado muchos años más tarde en 1892 por su aporte a la educación y la ciencia.
Es el mismo Verne quien declara a Robert Sherard en 1894: Yo fui el último hombre condecorado por el imperio. Dos horas después de firmado el decreto que me hizo miembro de la Legión de Honor, el imperio había dejado de existir. Mi promoción a funcionario se firmó en julio del año pasado.
Una inscripción inexistente
La tumba de Julio Verne se encuentra en el cementerio La Madeleine en Amiens-Francia, una ciudad ubicada al noreste de París, donde el escritor vivió los últimos años de su vida. Según sus biógrafos, sobre la lápida debería leerse la máxima: Hacia la inmortalidad y la eterna juventud. Sin embargo, sobre ella sólo se muestra la inscripción: Julio Verne. Nacido en Nantes el 8 de febrero de 1828. Fallecido en Amiens el 24 de marzo de 1905. A unos cuarenta centímetros debajo de la leyenda, se encuentra además el nombre semiborrado de Honorine, su esposa, fallecida en 1910, y sepultada en el mismo lugar.
En la tumba se aprecia también el monumento del escultor Albert-Dominique Roze (1861-1952), amigo de Julio Verne, quien la había esculpido a petición del propio escritor que ya presagiaba su muerte. En ella se observa a Verne emergiendo de su tumba, levantando su brazo derecho con la mirada al cielo. Hacia la inmortalidad y la eterna juventud, es solo el título de la escultura, por lo que la célebre sentencia no aparece en la tumba.
Conclusión
Los debates sobre Julio Verne permanecen todavía en discusión entre los especialistas dedicados al estudio del autor francés. Es probable entonces que nuevas teorías aparezcan, mientras se continúe leyendo su extensa obra y se siga investigando su enigmática vida. Las continuas pruebas mostradas por muchos de sus investigadores a lo largo de los últimos años, han permitido determinar la falsedad de muchos de los mitos y leyendas que rodean su figura, permitiéndonos esclarecer muchos aspectos de su vida y obra. Recordemos que el visionario burgués de Amiens nos dejó su célebre lamento en una de sus cartas: Me siento el más desconocido de los hombres; y en efecto, ¡qué complicado resulta develar sus mitos!