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El entorno político de Julio Verne

El conocimiento del contexto histórico en el que se desenvuelve la vida de un escritor, nos resulta imprescindible para comprender su obra. En el caso de Julio Verne, tendríamos que situarnos en los acontecimientos políticos y sociales que ocurrieron en la Francia del siglo XIX, hechos que influyeron de una u otra manera en el modo de ver el mundo de su época.
En las siguientes líneas realizaremos una breve descripción de las circunstancias políticas que rodearon la existencia del visionario autor, cuya vida (1828-1905) atravesó los últimos años de la Restauración Borbónica (1815-1830), la monarquía burguesa del rey Luis Felipe (1830-1848), la revolución de 1848 y la Segunda República (1848-1851), el Segundo Imperio de Napoleón III (1851-1870), la guerra de Crimea (1854-1856), la guerra franco-prusiana (1870-1871), la Comuna de París (1871) y también buena parte de la Tercera República, desde Thiers hasta Loubet.

La revolución de 1830

   En 1828, cuando Julio Verne vino al mundo, detentaban el poder en Europa una serie de monarquías absolutas, que, tras la derrota de Napoleón en 1815, intentaron aniquilar los frutos que la revolución francesa de 1789 había producido. En 1830, el deterioro de la situación económica en Francia había generalizado un amplio descontento frente al gobierno de Carlos X, el último de los Borbones, quien había restablecido el absolutismo monárquico. Cuando Carlos X anunció la disolución de la Cámara de Diputados, la anulación de la libertad de prensa y una ley electoral aún más restrictiva, estalló la rebelión. Los acontecimientos en París produjeron un ciclo revolucionario en Europa, que significó el triunfo del liberalismo.

   La burguesía conformada por industriales, comerciantes e intelectuales, no terminaba de agitarse, buscando de una u otra manera su acceso definitivo al poder, a fin de llevar al gobierno más cerca de la sociedad, una sociedad que había cambiado de forma importante hasta aquella fecha. Finalmente, la presión social derriba a Carlos X y pone en su lugar a Luis Felipe de Orleans, «el rey burgués».

   El bueno de Luis Felipe, sería al inicio un rey muy popular, por sus inclinaciones democráticas y su sencillez, dando comienzo a la Edad de Oro de la burguesía, que bajo el lema «enriqueceos», acumulará grandes fortunas, merced a sus actividades mercantiles y empresariales. De Luis Felipe dependerán los destinos de Francia, durante la niñez y adolescencia de Julio Verne.

La revolución de 1848 y la Segunda República

   A inicios de 1848, el joven Verne de veinte años se preparaba para viajar nuevamente a París a seguir rindiendo sus exámenes de Derecho. Pero cuando se disponía a partir, estalló la revolución, aquel movimiento que se extendió por gran parte de Europa. La oleada de revueltas de 1848 comienza, como en 1830, en Francia, siendo conocida bajo el nombre de «La primavera de los pueblos». La desazón general era grande en París, y la confusión y el desorden imperaban por todas partes, trayendo consigo la aparición de una nueva fuerza social: el proletariado. En la capital, la prensa denunciaba la corrupción del régimen de Luis Felipe, quien se había ido alejando cada vez más de los sentimientos y las necesidades del pueblo, para convertirse en un autócrata. En vista de tantos abusos, el pueblo protestó, se agitó, y se lanzó al motín y a la revuelta.
Podemos resumir las causas de la revolución en la crisis económica de 1847 en el sector agrario, debido a las malas cosechas, especialmente del alimento básico de la patata, que influyó en el sector industrial y financiero, donde el paro obrero alcanzó enormes cifras. Así también, en la ausencia de derechos y libertades para grandes sectores de la población, ya que la monarquía de Luis Felipe sólo satisfacía los intereses de la alta burguesía, mientras la pequeña burguesía y el proletariado quedaban relegados política y económicamente.

   A causa de la revolución, la madre del escritor se negó a su partida, pues temía por su seguridad, pero el joven puede continuar sus estudios con el apoyo de algunos familiares en París. Con la revolución de 1848, Julio Verne adquiere conciencia política, al notar que la atmósfera de la capital contrasta con la quietud burguesa de Nantes, su ciudad de origen, aunque es lícito pensar que él no haya podido reflexionar profundamente aún sobre aquella súbita revolución. Sin embargo, con el pasar de los años, Julio Verne adoptará una actitud de orientación republicana, llena del romanticismo revolucionario muy propio de la tradición del 48, reflejándola en sus numerosas obras, a través de sus simpatías por las luchas de liberación de las naciones europeas.
En febrero, después de muchos días de encarnizados combates, Luis Felipe no puede sostener más su inestable trono. Finalizados los conflictos se instala un gobierno provisional de la República presidido por el poeta Lamartine. Se abolió la esclavitud, se suprimió la pena de muerte para los reos políticos, se garantizó las libertades de prensa y de reunión y se implantó el sufragio universal. Para combatir el desempleo, el gobierno creó los llamados «talleres nacionales». Luego, la asamblea constituyente, elegida en abril, llevó al poder a los republicanos más moderados, quienes decidieron suprimir dichos talleres nacionales. Esto provocó en junio, una insurrección obrera que fue ahogada en un baño de sangre.
Cuando el ambiente político se tranquiliza, Julio parte definitivamente a estudiar en París, haciendo todo lo posible para no faltar a la gran fiesta romántica del día 12 de noviembre, organizada en la Plaza de la Concordia por Lamartine, no sin antes jurar, que no tomará parte de las barricadas. Sin embargo, llegará a la capital en la noche de la fiesta cuando sólo humeaban las últimas velas.
En las elecciones presidenciales de diciembre, tras la aprobación de la constitución, resultó vencedor Luis Napoleón Bonaparte, el sobrino del general Napoleón, quien fuese encarcelado antes por dos tentativas de golpe de Estado en 1836 y 1840, iniciándose así la Segunda República sobre una plataforma que promete un gobierno fuerte de consolidación social y grandeza nacional.

Segundo Imperio de Napoleón III

   Luis Napoleón, elegido por un período de gobierno de cuatro años, según lo establecía la actual constitución, no podía presentarse a las elecciones presidenciales de 1852. Como no consiguió modificarla por medio de la vía legal, decidió disolver la asamblea legislativa en diciembre de 1851 y proclamó personalmente una nueva constitución. Un año más tarde convocó un referéndum que lo designó Emperador, derrocando violentamente a la Segunda República. Luis Napoleón restablece el Imperio y se convierte en Napoleón III en diciembre de 1852, contando con el apoyo de la iglesia católica, la burguesía, las masas obreras y los nacionalistas, instaurando así un régimen dictatorial con el que emprendió grandes planes económicos, siendo el gran déficit de su gobierno las políticas exteriores.

   A partir de entonces se inició un proceso reaccionario, que mandó al exilio y a la cárcel a un gran número de intelectuales y escritores simpatizantes de la República, entre ellos su futuro editor Jules Hetzel, quien había sido en 1848 jefe de gabinete de Lamartine, Ministro de Asuntos Extranjeros del gobierno provisional, había abandonado ese puesto luego de la elección de Luis Napoleón como presidente, pero había continuado oponiéndose activamente a las ambiciones de este último. Fue arrestado por unas horas durante el golpe de Estado de diciembre de 1851, pero logró escapar a Bruselas-Bélgica, donde se convirtió en el principal editor del también exiliado escritor Víctor Hugo. Dada la proclamación de la amnistía para los condenados políticos, Hetzel volverá a Francia en 1860, inaugurando en 1864 la publicación de una revista ilustrada para la juventud, el Magasin d’Éducation et de Récréation, de la que Verne será uno de los fundadores.

La guerra de Crimea

   La decadencia del poderoso Imperio otomano (Turquía, Armenia, Tracia, Siria) y las intenciones expansionistas de la Rusia de Nicolás I por sus intervenciones en los Balcanes y en la estratégica zona del mar Negro, derivaron en la guerra de Crimea (1854-1856), un conflicto que enfrentó a Rusia contra los aliados: Francia, Gran Bretaña y Turquía. La flota anglo-francesa penetró en el mar Negro y sitió Sebastopol, ciudad que caería en septiembre de 1855. La derrota rusa trajo como consecuencia la firma del tratado de París de 1856, que significó el hundimiento de los intereses rusos, mientras que el Imperio otomano conservó su integridad. De otro lado, Gran Bretaña, detuvo el avance ruso hacia los estrechos del mar Negro, protegiendo la India, mientras que Francia, bajo el impulso de Napoleón III, volvió a adquirir su estatus de gran potencia europea.

   Años más tarde, la guerra de Crimea será utilizada por Julio Verne como base argumental de su novela Aventuras de tres rusos y tres ingleses en el África austral publicada en 1872, que cuenta la historia de una delegación científica conformada por seis sabios, tres rusos y tres ingleses, quienes parten hacia Sudáfrica con el objetivo de medir un arco de meridiano, pero su labor se verá interrumpida a causa del inicio de la guerra de Crimea que enfrenta a sus naciones: “Enemigos separados por un gran abismo, enemigos que ya no pueden estar juntos ni aún en el terreno científico… Los ingleses, unidos a los franceses y turcos, luchaban ante Sebastopol. La cuestión de Oriente se discutía a cañonazos en el mar Negro… La impresión fue enorme entre aquellos ciudadanos rusos e ingleses que poseían en alto grado el sentimiento de la nacionalidad.

La guerra franco-prusiana

   Culminada la guerra de Crimea, Francia intentó asumir el papel de «árbitro europeo», interviniendo en todos los conflictos para fortalecerse como potencia continental, obteniendo al comienzo algunos éxitos. El canciller Otto von Bismarck de Prusia, deseoso de unificar su país con Alemania, buscó iniciar una guerra nacionalista en contra de Francia, para que de esta manera los estados germanos atrapados en el medio no tuvieran otra opción que unirse al bando prusiano. Ante estas circunstancias, Napoleón III le declara el 19 de julio de 1870 la guerra a Prusia, que será desastrosa para Francia y que dará vía libre a la conformación del Segundo Reich.

   La declaración de la guerra, hace que Eugenia de Montijo, la Emperatriz regente, firme el decreto y la orden de movilización de Verne como guardia nacional en la bahía de Le Crotoy donde vivía, a bordo de su embarcación el Saint Michel. Su yate, llevaba como tripulación a doce veteranos de la guerra de Crimea, tres fusiles y un pequeño cañón absolutamente inofensivo. Los tranquilos servicios de vigilancia le sirvieron al autor para seguir escribiendo sus novelas.
Tras las campañas victoriosas de los comienzos de su reinado, Napoleón III hizo esta vez una errónea evaluación de sus fuerzas disponibles. Francia sufrió una serie de derrotas frente a un ejército mucho más numeroso, mejor organizado y equipado. Las hostilidades se prolongaron durante el mes de agosto hasta desembocar en septiembre en el desastre francés de la batalla de Sedán, donde el Emperador fue hecho prisionero. De otro lado, en Francia, el general Louis Jules Trochu y el político Léon Gambetta derrocan al Imperio y establecen el «gobierno de Defensa Nacional», conocido como la conservadora Tercera República. El gobierno republicano ordenó resistir, pero los alemanes asediaron París y derrotaron a las tropas que intentaron liberar la capital. No les quedaba más que negociar la paz. Finalmente, Bismarck impuso la cesión de Alsacia y parte de Lorena, además del pago de cinco mil millones de francos-oro.
La guerra civil supone una desgracia concreta para Julio Verne. A consecuencia de los disturbios, los bombardeos y los incendios, Jules Hetzel ha perdido su taller y se encuentra prácticamente arruinado. Afortunadamente, esta crisis dura poco, y tan pronto como la editorial vuelve a funcionar y a publicar las novelas de Verne, los problemas económicos se solucionarán tanto para el autor como para el editor. A pesar de esto, Julio Verne no parece haber sido especialmente traumatizado por la guerra, ya que no puede hablarse que dentro de su obra exista un despertar de su conciencia nacional a causa de la derrota francesa ante la Prusia de Bismarck.

La Comuna de París

   En el año 1871, el historiador y político francés Louis Adolphe Thiers, quien fuese repetidas veces primer ministro bajo el reinado de Luis Felipe se convirtió esta vez en jefe del Estado francés. La derrota de Francia por Alemania había provocado la huída de París de toda la burguesía francesa. Los sufrimientos del asedio de París por los alemanes y la humillación de la derrota aceptada por Thiers mantenía la exasperación. Pero había un sector social que venía esperando y que pretende ahora un cambio revolucionario: «el proletariado». Aquellos derrotados de 1848 vuelven a levantarse, tomando el control del gobierno, y el 18 de marzo de 1871, establecen en París el «Gobierno de la Comuna», el primer poder proletario de la historia. Thiers rechaza cualquier negociación con los comuneros y se instala en Versalles para reconquistar París por la fuerza.

   La Comuna estaba formada por consejeros municipales, elegidos por sufragio universal en los distritos de la ciudad; la mayoría de estos consejeros eran obreros, o representantes reconocidos de los obreros. La Comuna ejercía los poderes ejecutivo y legislativo. El error que tuvo la Comuna fue ser demasiado blanda con sus explotadores, los burgueses, quienes conspiraban fuera de París para derribarla. Otro error fue el no construir un ejército obrero para enfrentar al ejército burgués y defender el gobierno que habían establecido. En suma, la Comuna terminó aplastada dos meses después por los ejércitos burgueses que entraron a París el 21 de mayo en la «semana sangrienta», en donde fueron fusilados masivamente obreros y revolucionarios. El movimiento obrero francés quedará mutilado durante mucho tiempo y la Comuna se convertirá en un símbolo internacional de la lucha del proletariado contra la burguesía.

La Tercera República

   En este estado de violencia interna y de humillación externa nace la Tercera República, y Verne, como defensor del conservador gobierno de Defensa Nacional, prefiere retirarse a Amiens, la ciudad de su esposa, en donde se instalará definitivamente. Tras haber obtenido la supresión de la Comuna, Thiers gobernó de 1871 a 1873 bajo el título de presidente provisional, siendo sustituido en su cargo por Patrice MacMahon, duque de Magenta, quien se convirtió en presidente de 1873 a 1879. Es en 1875 cuando una serie de Leyes Orgánicas crean oficialmente la Tercera República, creándose un parlamento con dos cámaras, así como los cargos de Presidente de la República y Presidente del Concilio. Desde entonces los gobiernos que siguieron se caracterizaron por ser extremadamente débiles. Hasta la muerte de Julio Verne en 1905, los posteriores presidentes de Francia fueron: Jules Grévy (1879-1887), Sadi Carnot (1887-1894), Jean Casimir-Perier (1894-1895), Félix Faure (1894-1899) y Emile Loubet (1899-1906).
La Tercera República se caracterizó por el sostenimiento, aunque atravesado de crisis, de la prosperidad económica y de la expansión colonialista de Francia, así como del resto de potencias europeas, prefigurándose desde ya las tensiones y enfrentamientos que confluirán en el siglo XIX, en el desencadenamiento de la Primera Guerra Mundial, de la que Verne ya no será testigo, aunque, como de tantas otras cosas, hubiera sido profeta.