Amiens, 1895. Julio Verne a sus sesentisiete años se encuentra sentado apaciblemente en su residencia, y con un gesto melancólico exclama ante la periodista Marie A. Belloc: «Soy un devoto del mar, y yo no puedo imaginar nada más ideal que la vida de un marinero». Estas palabras reflejan la gran pasión del escritor francés de mediados del siglo XIX, por aquel mar que formaría parte de su vida desde su infancia, pues su familia materna perteneció a una distinguida casta de armadores de barcos del puerto de Nantes, su ciudad natal. Baste recordar también sus palabras en boca del capitán Nemo, su más famoso personaje: «¡El mar lo es todo! Su aliento es puro y sano. Es el inmenso desierto en el que el hombre nunca está solo, pues siente estremecerse la vida en torno suyo. El mar es el vehículo de una sobrenatural y prodigiosa existencia; es movimiento y amor; es el infinito viviente.»
Esa pasión por el mar, hizo de Julio Verne un viajero de gran actividad, convirtiéndose en propietario de una trilogía de barcos: Saint Michel, Saint Michel II, y Saint Michel III; desterrando así, el mito que lo describe como un escritor que creaba sus historias utilizando sólo su imaginación y sin salir de su despacho. A bordo de sus tres barcos, y en un período de dieciocho años, desde 1868 hasta 1886, en que vendió su último y lujoso yate, Verne efectuó varios cruceros y un sinfín de viajes menores, que le sirvieron de inspiración para muchas de sus novelas.
Cada uno de estos barcos tiene su propia historia, las cuales cambian de versión, de acuerdo a la fuente bibliográfica que se consulte, generando cierta confusión entre quienes desean conocer más de cerca al novelista bretón. Es así que, basado en investigaciones actualizadas, hechas por distinguidos especialistas como Valetoux Philippe, Ian Thompson, Volker Dehs, entre otros, se presenta a continuación la historia de los barcos de Julio Verne, mencionando también los viajes que realizó en ellos, a fin de tener un mejor conocimiento de la vida de nuestro querido escritor.
Saint Michel I
En 1866, gracias a la aceptación de sus primeras novelas, Verne abandona París y se muda a una casita frente al mar en la costa de Le Crotoy, un pequeño pueblo de pescadores en el estuario de la bahía del Somme. Es en esta localidad que vuelven a su mente sus viejos sueños infantiles de cruzar el Atlántico. En marzo de 1867 viaja junto a su hermano Paul a Estados Unidos en el trasatlántico Great Eastern. El viaje a América y la incapacidad de resistir por más tiempo el llamado del mar que tiene cerca, lo motivan a comprar una embarcación personal donde pueda navegar libremente.
A inicios de 1868, las ganancias que obtiene por su obra Geografía ilustrada de Francia y de sus colonias le permiten concretar el sueño del barco propio, al que bautizará como Saint Michel, nombre dado en honor a su hijo. Según Valetoux Philippe, Verne recibió el apoyo de Paul Bos, uno de los mejores capitanes de Le Havre, quien le ayudó a diseñar los planos y a inspeccionar la construcción de este pequeño barco, llevada a cabo en el astillero de Asselin. Era esta embarcación de diseño tradicional, al igual que la mayoría de los barcos pesqueros construidos allí; pesaba unas 8 toneladas, y sus dimensiones eran de 7 a 9 m de longitud y de 2 a 2,50 m de ancho. Posteriormente, Julio Verne realizará en él algunas modificaciones; así se lo hace saber a un amigo: «Es sólo un barco de pesca simple…un carpintero de Le Crotoy lo completó con una cocina delante y una recámara detrás.»
Aunque no se tiene ningún documento que proporcione la fecha exacta de su lanzamiento, se sabe por dos cartas, que la construcción del Saint Michel ya estaba terminada en marzo de 1868, y que el 3 de junio, Julio Verne hizo una prueba de navegación, por lo que se deduce que el lanzamiento del Saint Michel debió darse a fines del mes de mayo de 1868. En dicha embarcación, Verne pasará maravillosos ratos de ocio, paseará sobre las aguas, que según se dice, le curarán las neuralgias. Este velero lo convertirá en una especie de gabinete flotante, desde el cual trabajará incansablemente. Su popular personaje, el capitán Nemo, de Veinte mil leguas de viaje submarino, será creado en su medio natural, el mar, a bordo del Saint Michel.
Para hacerse cargo de las maniobras de su embarcación, el escritor contrató como piloto a Alexandre Delong, apodado Sandre, viejo contramaestre de las guerras de Crimea y de Italia, y como segundo a Alfred Berlot, otro viejo marinero amigo suyo. La tripulación la completan Julio Verne como capitán, y su hijo Michel como grumete. A su padre le comenta en una de sus cartas: «El Saint Michel ha sido lanzado, hizo sus ensayos y es un barco maravilloso. ¡Con él, iríamos a América!» Aunque no fue tan lejos, alcanzó sin embargo las costas de Inglaterra y España.
En 1870, durante la guerra franco-prusiana, Verne y su barco son movilizados como guardacostas. El Saint Michel, llevaba como tripulación a doce veteranos de la guerra de Crimea, y se le instaló un pequeño cañón absolutamente inofensivo, utilizado con el único objetivo de dar las señales de socorro en caso de necesidad. Aquellos meses de vigilancia y sus viajes por el Canal de la Mancha y por el Mar del Norte, le permitieron escribir sus novelas Aventuras de tres rusos y tres ingleses en el África austral y El país de las pieles.
Saint Michel II
En 1876, Julio Verne ha amasado cierta fortuna, gracias a los cuantiosos ingresos que ha adquirido por los estrenos y publicaciones de sus obras. El escritor, quien vive ahora en Amiens, sueña pronto con reemplazar su antiguo pesquero por uno más grande. Es entonces que Verne encarga la construcción del Saint Michel II al astillero Abel Le Marchand en Le Havre. Este velero muy elegante de 19 toneladas, 13 m de longitud, 4 m de ancho y 2,50 m de calado, le ofrece mayor comodidad a bordo, acorde con su título de miembro del Royal Yatch Club de Francia al que pertenecía desde 1874. El Saint Michel II fue lanzado, según Volker Dehs, el 3 de abril de 1876. Desde entonces, Verne embarcó en su yate al joven marinero de 19 años, Emil Delong, hijo del piloto Alexandre. Su hijo Michel Verne de 15 años, con quien ya sostenía relaciones tensas, lo acompañó en algunas ocasiones.
Por aquella época, Verne vivía perturbado por sus problemas familiares, a la vez que ocupado en la redacción de sus novelas Michel Strogoff y Las indias negras. Debido a esta sobrecarga de trabajo, no tuvo el tiempo suficiente para sacar provecho de su nuevo yate. Sin embargo, cuando navegó en el Saint Michel II, realizó travesías más largas que el primero, como la de mediados de 1876 por el litoral inglés. También alcanzó las alturas de Escocia, Escandinavia y Alemania. Verne estuvo en posesión de este yate aproximadamente por año y medio.
El Saint Michel II, luego de ser vendido por Verne a un piloto de Nantes llamado M. Lucas, quien posteriormente lo trasladó a Saint Nazaire, acabó tristemente su carrera al servicio del presidio de Belle-île-en-Mer, siendo demolido posteriormente en 1909.
Saint Michel III
A fines de 1877, las mayores ambiciones oceánicas de Julio Verne lo motivan a adquirir un yate más grande que el anterior. En noviembre, su hermano Paul le informa que el marqués de Préaulx, viejo castellano del Anjou, de fortuna inmensa, está ofertando el San Joseph, el mejor de sus yates, quien apenas lo ve acabado, pretende deshacerse de él para mandarse a construir otro más fastuoso todavía. Julio Verne adquiere aquel navío a la considerable suma de 55.000 francos, pagando la mitad al contado gracias a la venta del Saint Michel II, y el resto en un año. Siguiendo la tradición lo bautiza como Saint Michel III. A su editor Hetzel le escribe en esos días: «¡Pero qué barco, y qué viajes en perspectiva! ¡El Mediterráneo, el Báltico, los mares del Norte, Constantinopla, San Petersburgo, Noruega, Islandia, etc., y para mí, qué campo de impresiones y de ideas!» Con este lujoso yate, Julio Verne realizará cruceros de placer, en el que invitará sólo a personas de alto rango.
Este espléndido yate de 38 toneladas, 31 m de largo y 2.90 m de calado, había sido construido en 1876 por la compañía Jollet y Babin en Nantes. Sus dimensiones hacían difícil su acceso a Le Crotoy, que era de tierra baja, por lo que su puerto de amarre tuvo que ser Tréport. El Saint Michel III funcionaba a vapor y también a vela, poseía dos cabinas muy confortables y camarotes suficientes para alojar a un buen número de invitados. Hacia popa disponía de un salón, forrado en caoba, con divanes que hacían las veces de litera. El dormitorio había sido trabajado a base de roble. En proa se encontraban el comedor y el camarote del capitán. Detrás de éste, la cocina y el dormitorio de la tripulación, mientras que el motor y la sala de calderas ocupaban el centro del barco. Un yate de este tamaño exigía una tripulación de diez hombres, entre marineros, mecánicos y un cocinero. Verne contrata como piloto al capitán Ollive, apodado Pinson, cesando entonces a Alexandre Delong de su cargo, quien tenía casi la misma edad del escritor. En agradecimiento a sus servicios, Verne le dará su nombre, en forma de homenaje, al héroe de su novela César cascabel, publicada en 1890. El personaje en cuestión lleva por nombre Alexandre, y se apoda también Sandre, al igual que su amigo contramaestre.
Después de un viaje de ensayo, navegando con el barco de Nantes a Brest, Julio Verne realiza en la primavera de 1878 su primera travesía importante. De mayo a agosto de aquel año, el Saint Michel III navega llevando como invitados, a Paul, hermano de Julio Verne; Maurice, uno de los hijos de Paul; Jules Hetzel jr., el hijo de su editor, y el diputado Raoul Duval, con escalas en Vigo, Lisboa, Cádiz, Tánger, Gibraltar, Málaga, Tetuán y Argel. Las obras del autor traducidas en varios idiomas, levantaron el fervor de las masas, que se agolparon en los puertos, colmándolo de presentes, solicitando audiencias, entrevistas y toda suerte de favores. De las experiencias de aquel crucero nacerían sus novelas Hector Servadac y Un capitán de quince años.
En 1879, Verne navegó nuevamente a bordo del Saint-Michel III. Esta vez, el viaje fue a Inglaterra y Escocia. En 1880, visitó Irlanda, Escocia nuevamente, y Noruega. En 1881, realizó una gira por los Países Bajos, Alemania y Dinamarca. Paul Verne escribió, basado en estos viajes, una historia titulada: De Rotterdam a Copenhague, que se publicó junto a la novela La Jangada. En este cuento podemos encontrar una descripción detallada del Saint Michel III: «Nada más gracioso que este steam yacht con su alta arboladura inclinada, su casco negro con una banda clara en su línea de flotación y división, sus claraboyas con barrotes de cobre, sus chupetas de teck y la elegancia de sus líneas que se perfilan desde el coronamiento hasta la roda (…) El Saint Michel III está comandado por el capitán Ollive, oriundo de la pequeña isla de Trentemoult, hermoso rincón de tierra, varado en pleno Loira, río abajo de Nantes, y que, como la villa de Batz, ha conservado sus costumbres especiales. Maestro en cabotaje, con veinticinco años de mando, nuestro capitán es un hombre prudente, un buen marino, al cual se le puede tener completa confianza.»
Y en el verano de 1884, Verne realiza el más espectacular de sus cruceros. Esta vez lo acompaña su familia completa, ya que Honorine, su esposa, se anima a acompañarlo por primera vez, y también lo hace su hijo Michel, con quien ya estaba reconciliado luego de varios años de alejamiento. Embarcaron así mismo, Paul Verne junto a su hijo Maurice, su amigo Robert Godeffroy, el diputado Raoul Douval y el hijo de su editor Hetzel. El Saint Michel III navega a través del Mediterráneo visitando Argel, Malta, Italia y otros lugares. Es en Nápoles que recibe la visita del archiduque de Austria, Louis Salvador, con el cual mantendrá una buena amistad por correspondencia. Sus novelas Clovis Dardentor y Matías Sandorf, encierran pasajes vividos en aquel crucero.
Desde fines de 1885, Verne se ve aquejado por múltiples problemas financieros, entre ellos, la disminución en las ventas de sus novelas, los derroches de su esposa Honorine en sus fiestas sociales, su generosidad en ayudar a mantener a la primera esposa de su hijo Michel Verne, la cual había abandonado, el pago de algunas deudas de éste, que andaba perseguido por sus acreedores al verse inmerso en ciertos negocios industriales sin previa experiencia, y el excesivo gasto que le produce mantener su yate con diez hombres de tripulación. A raíz de estos problemas, el escritor galo medita la posibilidad de vender su embarcación. La venta se concreta recién el 15 de febrero de 1886 por la mitad de su valor real al príncipe Nicholas de Montenegro, un mes antes del atentado que sufriera el 9 de marzo de ese año, cuando su sobrino le disparó con un revólver dejándolo semi-inválido para siempre. El príncipe de Montenegro cambió el nombre del barco y lo llamó a partir de ese momento Sybila.
Con respecto a la suerte corrida por el Saint Michel III, se sabe que el yate fue cambiando sucesivamente de dueño. El último de ellos del que se tiene información, es el de un tal Marko Martinolich, quien lo adquirió en 1913, bautizándolo como Toto. Después de él, se ha perdido el rastro de los propietarios del más famoso barco de Julio Verne, así como del destino de éste.